Desarrollo de una cárcel en las Islas del Cisne perjudicará a las aves migratorias

Autor de la nota:

Oliver Komar & Sandy Pereira

Oliver Komar, Ph.D. en ecología, es director del Centro Zamorano de Biodiversidad, profesor pleno en la Universidad Zamorano y presidente de Aves Honduras.  Sandy Pereira, bióloga, es directora de conservación, y directora ejecutiva interina de Aves Honduras.

Este año, uno de los proyectos más controversiales propuestos en Honduras es la construcción de un penal para hospedar a dos mil reos, en una de las islas del Cisne, fuera de la costa norte de Honduras. Durante un año, se han publicado varios argumentos porque el proyecto generará problemas, desde ambientales hasta sociales y económicos. Sin embargo, parece que el gobierno sigue en pie con los planes para desarrollarlo, según recientes declaraciones del secretario de recursos naturales. En julio 2023, el consejo directivo de Aves Honduras compartió su opinión en contra del proyecto (Komar et al.1). En marzo de 2024, la Asamblea General de Aves Honduras encargó al directivo de armar más argumentos técnicos para tratar de detener el proyecto.

Con este mandato, nosotros hacemos hincapié que el impacto ambiental de la construcción de la cárcel irá más allá de impactos en flora y fauna nativa de la isla, y sus arrecifes de coral. También perjudicará a miles de aves migratorias cada año. De hecho, será en violación de leyes internacionales a lo cual Honduras está adscrito. Explicaremos porqué a continuación.

Las aves migratorias de Norteamérica incluyen docenas de especies de aves terrestres que migran por noche, utilizando una combinación de campos magnéticos y luz de las estrellas para orientarse (Hore y Mouritsen 20222) y llegar a sus destinos en el Caribe y en Centro y Suramérica. Los adultos y sus crías migran del norte a sur entre agosto y noviembre cada año. Algunas especies migran hasta Suramérica, cruzando el mar Caribe de un solo (sin parar) hasta llegar en las costas de Venezuela y Colombia. En marzo y abril, inician el largo viaje de regreso, para llegar a sus territorios de anidación en Estados Unidos y el Canadá.

La cantidad de individuos que cruzan el Caribe está en los millones. Incluyen especies como: Chimney Swift, Common Nighthawk, Black-billed and Yellow-billed Cuckoos, Acadian y Olive-sided Flycatchers, Veery, Swainson’s y Gray-cheeked Thrush, Red-eyed and Black-whiskered Vireos, Scarlet Tanager, Bobolink y varias especies de chipes (Bay-breasted, Blackburnian, Blackpoll, Canada, Cerulean, Connecticut y Mourning Warblers). El Chimney Swift está vulnerable a extinción, según la Lista Roja de UICN3 (y varias otras están casi-amenazadas). Para algunas de estas especies, casi 100% de sus poblaciones mundiales cruzan el Caribe dos veces al año. Es un vuelo espectacular, maratónico, lleno de riesgos cada vez mayores.

Figura 1: Algunas aves migratorias que pueden sobrevolar el Caribe y las Islas del Cisne cada año: de izquierda a derecha, Chimney Swift, Blackburnian Warbler, Canada Warbler (fotos: O. Komar).

Entre los riesgos para las especies en su vuelo al sur es la posibilidad de enfrentarse con un huracán. Por cierto, Huracán Beryl, una categoría 4, cruzó el Caribe pasando justo al norte de las Islas del Cisne este mes (el 4 de julio). Afortunadamente, las aves migratorias estaban todavía en sus territorios de anidación. La frecuencia e intensidad de los huracanes ha venido aumentando, con el avance del cambio climático. Cuando esto pasa, miles de aves mueren, si no lograron cruzar el mar adelante de los vientos y lluvias mortales. Si están pasando a una isla en el momento de enfrentar la tormenta, las aves aterrizan para buscar refugio, algo que es difícil si es una tormenta fuerte. Hay anécdotas de encontrar miles de aves migratorias dando vueltas o literalmente descansando dentro del ojo del huracán, donde no hay lluvias o fuertes vientos.

Otro riesgo es encontrar edificios con fuertes luces en su camino. Las aves terrestres migran por noche y fuertes luces las atraen como si fueron mariposas nocturnas. De hecho, algunos pueblos indígenas de Guatemala tienen (o tuvieron) costumbres de cazar aves migratorias (para comerlas), poniendo grandes fogatas encima de las montañas, y atrapando las aves con redes de mano cuando bajaban a las luces (Universidad de San Carlos, 2009 4). Los edificios altos e iluminados de ciudades en Norteamérica también son famosos por matar aves migratorias, a veces hasta miles en una sola noche5. Las aves se acercan a las luces y chocan con los rascacielos.

Si se construye una cárcel en las Islas del Cisne, será importante no utilizar luces fuertes en la noche durante las épocas de las migraciones de aves (Fig. 2). El uso de luces desorientaría a las aves y en algunos casos causará choques de aves con la infraestructura (sea un edificio o torres de comunicación). Aun sin causar choques, las aves desorientadas podrían terminar volando en círculos o en una dirección equivocada. La distracción podría perjudicar a miles de aves cada año, tal que nunca logran sobrevivir el arduo vuelo cruzando el mar.

Figura 2. Penal Ancón I, Perú (Fotos cortesía de la Oficina de Infraestructura Penitenciaria, Perú).

El interés de conservar las aves migratorias no debe ser solo la preocupación de algunos biólogos y los miembros de una ONG ambientalista. La Asamblea Nacional de Honduras ratificó la adscripción de la nación al Convenio de Especies Migratorias en 2007 y esto hizo ilegal en Honduras perjudicar a las especies de aves que migran entre Norte y Suramérica. Como Estado Parte de la convención, Honduras se compromete a cumplir con el artículo II (1) (2), del Convenio, fundamentalmente a:  1.  Reconocer la importancia de la conservación de las especies migratorias y de las medidas a convenir para este fin, concediendo particular atención a las especies migratorias cuyo estado de conservación sea desfavorable. 2. Las Partes reconocen la necesidad de adoptar medidas a fin de evitar que una especie migratoria pase a ser una especie amenazada 6.

Si quiere debatir si se debiese tomar en serio el asunto, un abogado podría argumentar que este Convenio pondrá un paro a cualquier proyecto de construcción en todo el país, algo irrealista y negativo para el desarrollo nacional. Sin embargo, un edificio en la región terrestre de Honduras perjudicará a las aves mucho menos que uno en una pequeña isla en medio del mar Caribe, donde las aves están muchas más vulnerables a potenciales interrupciones de sus vuelos nocturnos. Un atraso con el vuelo sobre las Islas del Cisne podría ser la diferencia entre la vida y muerte para una pequeña ave de 12 a 20 gramos.

Hay muchas razones porque la construcción de edificios y otra infraestructura en las Islas del Cisne es mala idea. Actualmente, la zona es un área protegida marina. Recomendamos que se trata la parte terrestre de las islas como la zona núcleo de una reserva biológica, con total restricción sobre usos en contrario a la conservación de la flora y fauna nativa y migratoria.

1https://aveshonduras.org/aves-honduras-se-pronuncia-en-defensa-de-las-islas-del-cisne/

2https://www.scientificamerican.com/article/how-migrating-birds-use-quantum-effects-to-navigate/

3https://www.iucnredlist.org/species/22686709/131792415

4https://digi.usac.edu.gt/bvirtual/informes/cultura/INF-2008-070.pdf

5https://eltercerplaneta.com/los-rascacielos-como-amenaza-para-las-aves/8582/

6https://observatoriop10.cepal.org/es/media/421

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